viernes, 4 de julio de 2014




El desierto de los Tártaros
 Dino Buzzati Traverso             
Año de publicación: 1940

En esta novela veo como el autor le hace un guiño bastante irónico al movimiento nacionalista y fascista que por aquellos años triunfaba en su país. Dichos movimientos, exigen una sumisión de la razón a la voluntad y la acción, basándose en un totalitarismo centrado en el estado. En contrapunto a estos ideales,  en la novela se nos muestra a militares sumisos que entregan su voluntad a la patria, pero una entrega absurda, sin sentido, como muñecos caminando siempre en el mismo espacio para defender un ficticio reino, sin preguntarse en ningún momento el porqué de su actuación ni que es lo alcanzarán. De esta forma nos demuestra la inutilidad de cumplir un deber sólo porque ha sido impuesto por los superiores.


Otra característica que observo entre los nacionalistas y la vida que se desarrolla tras los muros de la fortaleza, es la utilización de un consolidado aparato de `propaganda, unos lo utilizan para hacer ver que hay que defender el país de todo lo que se considere una amenaza, para así poder conseguir la superioridad política y social de la nación, y en la novela el supuesto ataque de los tártaros es la manera que tiene el autor para convencerlos de que así la fortaleza volverá a su esplendor, conseguirán la gloria y con ella el reconocimiento militar


Como balance de la obra, se puede decir que Dino Buzzati, logra hacernos sentir las mismas sensaciones que sus personajes, logra que nos planteemos importantes cuestiones existenciales sobre la vida y consigue no dejarnos impasible ante la soledad, el vacío, las imágenes demoledoras o el gélido paisaje. Es imposible finalizar la lectura sin que nos sentamos inundados por una fuerte ansiedad, fruto del aislamiento y la impotencia en que se encuentra el teniente Drogo.

Para concluir, vuelvo a repetir que el autor nos ha narrado de forma bastante original, una fábula irónica del paso del tiempo, donde podemos oír la voz de Virgilio gritando ¡Tempus fugit!. Y nos muestra la rutina de los días a través de un excéntrico caleidoscopio, donde los personajes no son más que títeres, cuyos hilos están movidos unas veces por los caprichos del azar y, otras por el poder del sistema militar que termina por aplastarlos.

Si trasladamos esta idea a la sociedad actual, podríamos decir, aunque a veces no queramos reconocerlo, que todos somos  títeres del poder establecido. Sin embargo no debemos ignorar que también poseemos la determinación para cortar esos hilos. Debemos perder el miedo de dar el paso, ser consciente que el ser humano se desarrolla y madura, a través de las constantes elecciones que tiene que realizar. No nos limitemos a permanecer estáticos, aceptar las órdenes, y nos conformemos con la esperanza de que algún día alguien nos dará la oportunidad de alcanzar nuestros sueños, se debe pasar a la acción para alcanzar la meta que nos hemos propuesto conseguir, eso hará que se acentúe el sentimiento de responsabilidad y tomemos constancia de la importancia  de los términos tiempo, libertad, realidad individual, futuro…

Para finalizar no he encontrado mejores líneas que las que escribió  Jorge Luis Borges, ellas encierran la esencia lo esencial de la novela

 “«Este libro, que es acaso una obra maestra […] está regido por el método de la postergación indefinida y casi infinita […] El desierto es real y es simbólico. Está vacío y el héroe espera muchedumbres».
Esperanza Fernández García

 

 

 

 

 

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