jueves, 13 de diciembre de 2012


                                  
                        SILENCIO ADMINISTRATIVO

Si hay algo que siempre he entendido como una falta de respeto hacia quien está esperando una respuesta, es el llamado “silencio administrativo”, término legal muy  utilizado en las administraciones públicas, el cual nos muestra una inactividad  para concluir un procedimiento y notificar la resolución al interesado. Pues bien, este método que tanto se ha criticado por su mutismo cuando la contestación es negativa, se ha convertido como algo habitual en el ámbito civil. No sé si en otros países es tan utilizado como en España, pero aquí puedo decir que cada vez está más extendido, llegando a ser considerado como algo correcto.
Este hecho es incongruente si contemplamos el avance de las nuevas tecnologías con respecto a la comunicación, resulta chocante que ahora cuando  esa comunicación entre las personas es más rápida y eficaz. Ahora que no hay que escribir la respuesta en un papel, ni introducir esas líneas en un sobre,  ¡y…menos aún! buscar algún buzón cercano e introducirlo en el interior para que llegue a su destino. Ahora que todos estamos localizados a través del teléfono móvil. Justo ahora que con teclear las vocales y consonantes correctas y seleccionar el apartado de responder,  existe el 99% de fiabilidad de que la contestación llegue a su destinatario. Pues es en este momento cuando el “silencio administrativo” ha encontrado su caldo de cultivo más apetecible,  desarrollándose de igual manera entre los poderosos y humildes de nuestra sociedad.
Ante este hecho me pregunto ¿porqué se ha instaurado con tanta facilidad?, ¿es por desinterés? ¿falta de eficacia, educación, comodidad…? ¡No sé¡ pero sea cual sea el motivo, la realidad es que los responsables de dar una contestación, no son conscientes de la importancia que esas palabras puedan llegar a tener para algunas personas.  Piensan que es el procedimiento correcto, donde sólo hay respuesta para quienes consideran que reúnen las cualidades exigidas, el resto no son dignas de sus palabras, así que son ignoradas con el silencio.
Centrándome en el apartado cultural, ámbito  del que se puede pensar que es más generoso con la palabra, hay que decir que este método está a la orden del día, es de lo más habitual entregar proyectos culturales a entidades públicas o privadas y no recibir contestación. O enviar manuscritos buscando ingenuamente que alguna editorial esté interesada en publicar un libro y la respuesta  sea el silencio.
Es una forma de actuar que se ha extendido de forma indiscriminada en ayuntamientos, empresas de servicios, bibliotecas, editoriales…, y aunque lo veamos como algo habitual, creo que denota la falta de empatía, sensibilidad y  compromiso social en la cual se ve inmersa la sociedad actual.
Pese a todo no quiero ser pesimista, creo que muchas personas considerarían interesante eliminar el “silencio administrativo”, ponernos en el lugar de quien espera una respuesta, y admitir que todos tenemos derecho a una contestación, aunque esta sea negativa, siempre se puede decir “NO”  sin que nadie se sienta ofendido.    
Autora: Esperanza García Guerreo
Publicado en la Revista Groenlandia.

 

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