viernes, 19 de agosto de 2011

LAS HISTORIAS DE CALIXTA-IV

UN AROMA PARTICULAR

Igual que todos los veranos y después de volver de la playa, este año hemos alargado las vaciones para irnos al pueblo con la tía Calixta. Sólo permanecemos tres o cuatro días, pero los disfrutamos con intensidad, sobretodo porque podemos conocer a muchos de los protagonistas de sus historias. Como era de esperar, a las pocas horas de llegar nos contó lo que le ocurrió a Silvia, una joven que llegó al pueblo para trabajar en la fábrica de aceite y allí se quedó. Esta vez los hechos nos lo narró en primera persona, tal y como la chica se los contó, se metió tanto en el papel que parecía haberle sucedido a ella.

....Siempre sentí gran admiración por Jaime Rus, el nuevo iconoclasta de la interpretación. El misterio que rodea su imagen, la desenvoltura en el comportamiento, el sonido de la voz, la profundidad de sus personajes, o ese carácter tan peculiar, hicieron de él mi indiscutible ídolo.
El día que sortearon en Cadena Cien una cena privada con el actor, no dudé en llamar, y el último viernes del mes de abril, cual sería la sorpresa, cuando avisaron comunicándome que había quedado como primera reserva. Por curiosear le pregunté al chico el nombre de la ganadora, y después de una primera negativa, varios minutos de flirteos y una posible cita, logré su nombre completo y ciudad de residencia: Margarita Luengo China de Sabadell. No quise caer en la tentación, pero en ese instante comenzó otra de mis incursiones en el mundo de la privacidad ajena, fui realizando un exhaustivo recorrido por las compañías telefónicas hasta conseguir su número, la llamé en nombre de la emisora, trasladé la cita al mes siguiente, luego me puse en contacto con la cadena, renuncié al premio en nombre de ella, y ¡listo!... a esperar mi oportunidad.
El día antes de la ansiada cena, pasé por las sesiones correspondientes de peluquería, maquillaje y manicura, tomé varias infusiones de tila para no dejarme arrastrar por los nervios del momento, y me dirigí al lugar del encuentro, un reservado en el Restaurante del hotel Meliá.
Cuando por fin lo vi aparecer rodeado por todos aquellos periodistas, mi cara fue una serie de fotografías, algunas de las cuales deberían haber terminado en la basura, en concreto la que se dibujó cuando el director de la emisora nos presentó. En ese instante sentí sobre el rostro una bocanada de olor a alcohol, mezclado con restos de comida putrefacta que emanaban de la boca de Jaime Rus, y aquella imagen resplandeciente que minutos antes apareció en la puerta del hotel…se volvió de barro.
Durante toda la cena intenté evitarlo, situaba la mano sobre la nariz, otras giraba con disimulo la cara, o bien aspiraba ese carísimo perfume con el que había rociado el foulard. Pero todo era inútil, el intenso aroma se incrustó en las fosas nasales, impidiéndome incluso disfrutar del delicioso menú.
Desde entonces cada vez que proyectan en la televisión una de sus películas, es imposible impedir que aquel olor acompañe su imagen.


Pandora.L-
©

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