martes, 17 de agosto de 2010

DESAYUNOS EN EL DIAL

La vida consiste en la comprensión de la verdad
León Tolstoy


Desde que el uso de la radio se hizo popular, son muchas las personas que han heredado el hábito familiar de empezar el día, almorzar o cenar en compañía de los noticiarios. Yo debo reconocer que hace poco, fui una de ellas. Era en el desayuno donde les prestaba más atención, me gustaba preparar el café y la tostada acompañada por el sonido del dial, esas voces de los informativos, se entremezclaban con el rumor de la cafetera, informaban sobre los hechos más importantes y formaban parte del inicio de la jornada diaria, eran como la mantequilla o el aceite para el pan. Escuchaba con atención sus comentarios, tertulias, datos… Y creía salir a la calle con la seguridad de estar bien informada.
Recuerdo que la mayoría de las noticias estaban cargadas de pesimismo, pero en conjunto se intuía un halo de esperanza, los tertulianos solían hablar con una voz nada cruenta para el oído, alternando aspectos positivos y negativos de los hechos en cuestión.
Poco a poco, sentí como la emisora que en aquellos días escuchaba se cargaba de pesimismo, parecía como si solo ocurrieran cosas nefastas en nuestra sociedad, y si sucedía algún hecho positivo, daban la noticia como si se tratara de un asunto sin relevancia, cambiando con rapidez de tema. Comenzaron a elevar más el tono de voz, y ese vocabulario antes seleccionado para informar, pasó a ser utilizado como un arma de doble filo, donde la principal función era atacar y pavonearse con sus conocimientos. Era como si necesitarán luchar para hacerse oír, destacar sobre el resto de las emisoras e imponer su opinión.
Cada vez me apetecía menos desayunar en casa, no conseguía dar el punto exacto al café, y las tostadas casi siempre se quemaban. Pero antes de desistir de tan exquisito momento, opté por ir cambiando de frecuencia, pretendía descubrir, (tal vez con bastante ingenuidad), un informativo donde el desayuno pudiera continuar siendo el toque apacible de la mañana.
Descubrí como en todas las tertulias se había impuesto la misma norma, hablar era sinónimo de gritar, la audiencia era el único fin a alcanzar, y para lograrlo, tenían que sacudir bien con la guadaña, eran y siguen siendo consciente que el terror y el miedo es lo único que atrapa.
En la actualidad una misma noticia, adquiere un matiz y una realidad distinta según el perfil político de la emisora. Y no es que mientan cuando retransmiten lo sucedido, pero sí tergiversan los hechos, mutilan la información, la sesgan y sólo hacen llegar aquella parte que interesa a la cadena. Todo con el objeto de crear una opinión en común a ellos.
Lamentablemente, creo que los profesionales de ahora no comunican con imparcialidad, tal vez porque para alcanzar esa objetividad es necesaria primero la independencia, y ello en el día de hoy es casi imposible.
Continúe varias semanas con este deambular por las ondas, hasta desistir de oír los informativos, no puedo iniciar la jornada con esa carga de pesimismo, donde todo es inestabilidad jurídica, inestabilidad política, inestabilidad económica…donde la desdicha supera a la dicha y donde el titular casi siempre está teñido de negro.
Con esta actitud, no pretendo aislarme de la realidad, sé que las noticias tienen alas y siempre llegan a su destino…pero cuando el sabor del café es muy amargo, hay dos opciones, lo suavizamos con algo de azúcar o no lo tomamos.


Publicado en la Revista Groenlandia
Esperanza García Guerrero
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2 comentarios:

  1. Buen reportaje Esperanza, llevas toda la razón, hoy lo que vende es la tragedia, me ha encantado. Un abrazo, Inés

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  2. Inés, gracias por tu comentario, esperemos que poco a poco, le den un lugar destacado a las buenas noticias

    Un beso

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