El desierto de los Tártaros
Dino Buzzati Traverso
Año de publicación: 1940
En esta novela veo
como el autor le hace un guiño bastante irónico al movimiento nacionalista y fascista
que por aquellos años triunfaba en su país. Dichos movimientos, exigen una
sumisión de la razón a la voluntad y la acción, basándose en un totalitarismo centrado
en el estado. En contrapunto a estos ideales, en la novela se nos muestra a militares
sumisos que entregan su voluntad a la patria, pero una entrega absurda, sin
sentido, como muñecos caminando siempre en el mismo espacio para defender un
ficticio reino, sin preguntarse en ningún momento el porqué de su actuación ni que
es lo alcanzarán. De esta forma nos demuestra
la inutilidad de cumplir un deber sólo porque ha sido impuesto por los
superiores.
Otra
característica que observo entre los nacionalistas y la vida que se desarrolla
tras los muros de la fortaleza, es la utilización de un consolidado aparato de
`propaganda, unos lo utilizan para hacer ver que hay que defender el país de
todo lo que se considere una amenaza, para así poder conseguir la superioridad
política y social de la nación, y en la novela el supuesto ataque de los
tártaros es la manera que tiene el autor para convencerlos de que así la
fortaleza volverá a su esplendor, conseguirán la gloria y con ella el
reconocimiento militar
Como balance de la obra, se
puede decir que Dino Buzzati, logra hacernos sentir las mismas sensaciones que
sus personajes, logra que nos planteemos importantes cuestiones existenciales
sobre la vida y consigue no dejarnos impasible ante la soledad, el vacío, las
imágenes demoledoras o el gélido paisaje. Es imposible finalizar la lectura sin
que nos sentamos inundados por una fuerte ansiedad, fruto del aislamiento y la
impotencia en que se encuentra el teniente Drogo.
Para concluir, vuelvo a
repetir que el autor nos ha narrado de forma bastante original, una fábula irónica
del paso del tiempo, donde podemos oír la voz de Virgilio gritando ¡Tempus
fugit!. Y nos muestra la rutina de los días a través de un excéntrico
caleidoscopio, donde los personajes no son más que títeres, cuyos hilos están
movidos unas veces por los caprichos del azar y, otras por el poder del sistema
militar que termina por aplastarlos.
Si trasladamos esta idea a
la sociedad actual, podríamos decir, aunque a veces no queramos reconocerlo, que
todos somos títeres del poder
establecido. Sin embargo no debemos ignorar que también poseemos la
determinación para cortar esos hilos. Debemos perder el miedo de dar el paso,
ser consciente que el ser humano se desarrolla y madura, a través de las
constantes elecciones que tiene que realizar. No nos limitemos a permanecer
estáticos, aceptar las órdenes, y nos conformemos con la esperanza de que algún
día alguien nos dará la oportunidad de alcanzar nuestros sueños, se debe pasar
a la acción para alcanzar la meta que nos hemos propuesto conseguir, eso hará
que se acentúe el sentimiento de responsabilidad y tomemos constancia de la
importancia de los términos tiempo,
libertad, realidad individual, futuro…
Para finalizar no he encontrado mejores
líneas que las que escribió Jorge Luis
Borges, ellas encierran la esencia lo esencial de la novela
“«Este libro, que
es acaso una obra maestra […] está regido por el método de la postergación
indefinida y casi infinita […] El desierto es real y es simbólico. Está vacío y
el héroe espera muchedumbres».
Esperanza Fernández García